Estratégias de los Primeros Auxilios Psicológicos
Ante todo debemos apartar al sujeto afectado del caos o del bullicio de la emergencia, llevándolo a un lugar retirado y tranquilo.
Debemos proporcionarle agua y comida.
Identificar si requiere algún tipo de necesidad especial (medicamento, traductor o intérprete).
Facilitarle aquellos medios materiales que necesite, siempre que esto esté en nuestras manos, como lápiz, papel, teléfono o ropa de abrigo.
Informarle verazmente de todo lo que está ocurriendo, sin mentirle ni generar falsas esperanzas o expectativas, esto es, no debemos prometerle nada que no podamos cumplirle.
Debemos hablarle de forma tranquila y sosegada, no debemos alzar la voz, no debemos explicarle o darle más información de la que necesita, ni darle detalles escabrosos o morbosos de la situación.
Debemos escuchar aquello que nos cuenta, sin juzgar; y debemos darle la importancia que tiene, sino corremos el riesgo de que el sujeto crea que no lo atendemos o no comprendemos lo que está viviendo o por lo que está pasando.
Es importante dar información sencilla, exacta y repetida de dónde pueden obtener ayuda.
Es importante tratar de reunir a las familias. Y que los niños no estén nunca solos, siempre deben de estar acompañados de un adulto, preferiblemente sus padres o tutores, o en su defecto, un familiar cercano, si esto no fuera posible, entonces deberán estar acompañados por un profesional en lo que se localiza a algún familiar o persona cercana.
No demos desatender el conectar a los afectados con los recursos asistenciales disponibles, médicos y sociales de su zona de residencia o comunidad.
También es importante tener en cuenta las necesidades espirituales de las personas afectadas y proporcionarles espacios para practicar su religión, si así lo desean.
No es menos importante, y es algo que se deben tener siempre presente, las diferencias socioculturales que debemos tener en cuenta en la interacción entre géneros, estructuras familiares, expresión del dolor y en los rituales funerarios.