Primeros Auxilios Psicológicos en Niños de 6 a 10 años.



¿Qué hay que hacer con niños entre 6 y 10 años?

A partir de la edad escolar, el niño tiene una mayor madurez cognitiva. Por este motivo es especialmente sensible a entender, pero sobre todo a malinterpretar, cualquier retazo de conversación o información. Además, sabrá captar como pocos si los adultos le dicen una cosa, pero en realidad sienten otra: detectará enseguida el miedo o la angustia de los padres y verá que no es coherente con los mensajes verbales tranquilizadores que se le ofrecen.
  • Contener: en la medida de lo posible, intenta conseguir que las emociones del niño no se desborden. Consigue un equilibrio entre la expresión de sus emociones, entre el llanto y el miedo, y el control racional de estos miedos. Atiende y registra los miedos del niño, pero responde siempre que pueda a sus pensamientos e intenta, si puedes, no dejarte contagiar por la elevada emocionalidad del niño. El contacto corporal con el niño te ayudarán en estas tareas.  
  • Calmar: trata de hablarle en voz baja, suavemente. Procura ofrecerle motivos y razones para que se tranquilice. Trata de buscar alguna situación previa, en la que el niño también tuvo miedo, y hazle ver que pudo controlar su miedo. No le responsabilices de sus miedos, diciéndole que si se calma todo irá mejor. Posiblemente eso no sea cierto. 
  • Informar: háblale con un lenguaje adecuado a su edad. Explícale el suceso de una forma simple y honesta, sin minimizarlo, pero tampoco exagerando sus consecuencias. Pon especial esmero en que el niño pueda entender cuáles van a ser los siguientes pasos. Trata de responder todas sus preguntas: es importante mantener al niño informado sobre cualquier problema que le afecta directamente.  No te canses de ofrecerle explicaciones sencillas cuando sea necesario (incluso a diario). Es posible que el niño, entendiendo que no se le ofrecen buenas noticias ni soluciones rápidas, no quiera hablar ni escucharte. Insiste con suavidad, logrando un buen equilibrio entre distracción y afrontamiento. Es muy importante averiguar qué otras palabras o explicaciones ha oído el niño y corregir o complementar lo necesario. A veces, familiares cercanos o amigos hacen comentarios inquietantes para el niño. Si el incidente crítico tiene que ver con la muerte de alguien cercano, aborda el tema de forma directa, sin dar rodeos, explicando su carácter permanente y la tristeza que causa a los familiares, …
  • Normalizar: ayuda al niño a explicar cómo se siente, poniendo nombre a sus emociones (muchas veces los sentimientos son compartidos con los adultos). Díle que está muy bien expresar los sentimientos, pero no le fuerces a hacerlo. Posiblemente, el niño reaccione con irritabilidad y/o agresividad. No hagas ver que no lo notas: díle con suavidad que comprendes que está asustado o enfadado, pero que poco a poco tiene que intentar no estar enfadado. 
  • Consolar: anima al niño a que dibuje o juegue acerca del suceso (le ayudará y así entenderás cómo el pequeño ha entendido lo sucedido). Procura mantener al máximo las rutinas familiares. Busca un buen equilibrio entre momentos de distracción y otros en los que afrontar lo que ocurre. En la medida de lo posible, permítale hacer tareas productivas y apropiadas a su edad. Fomenta que, en la medida de lo posible, mantenga el contacto con sus amigos y sus compañeros de colegio (las actuales tecnologías y redes sociales lo facilitan mucho). Permite que el niño participe en rituales de duelo culturales y religiosos…

¿Qué reacciones podemos esperar con niños de 6 a 10 años?

Las reacciones más frecuentes que podremos observar durante e inmediatamente después de un incidente crítico son:
  • Mostrarse más callado o agitado de lo normal
  • No hablar en absoluto: se mantiene en silencio ya que tiene dificultad para expresar lo que está molestándole
  • O la tendencia opuesta: demandar de forma constante información sobre lo ocurrido, en concreto sobre detalles sin importancia del incidente crítico
  • Sentir un miedo generalizado: de estar solos y de separarse de sus cuidadores principales
  • Sentir incertidumbre respecto a su seguridad. Suelen aparecer muchas preguntas acerca de diversos supuestos: ¿morirán sus padres?; ¿quién le cuidaría entonces?; ¿volverá a la escuela?, etc. 
  • Perder autonomía, volviendo a estados de desarrollo previos: chuparse el dedo, orinarse en la cama, hablar como un niño pequeño, necesidad de que lo cojan en brazos, etc.
  • Presentar alteraciones del sueño: miedo a estar solo de noche, pesadillas, levantarse asustado, etc.
  • Tener pensamientos, preguntas y a veces sueños reiterados acerca de la muerte. Si el incidente crítico ha comportado la muerte de un familiar, para el niño éste será posiblemente su primer contacto con la muerte y tendrá muchas preguntas que formular

¿Cuándo acudir a un profesional especializado?

Las conductas anteriormente descritas son respuestas esperables en los niños tras vivir un incidente crítico y, como tales, absolutamente adaptativas. Suelen disminuir de forma gradual cuando acaba la fase más aguda del incidente crítico y desaparecer al cabo de unas cuatro semanas aproximadamente.
Si se prolongaran mucho más, lo adecuado es consultar a un psicólogo especialista en estrés agudo y/o trauma infantil. 
Finalmente, es importante recordar que cada niño es diferente, no siempre sabe lo que pasa, desconoce la relevancia de lo que está pasando, se muestra asustado y a veces no sabemos cómo tranquilizarlo y se crea una situación estresante para las familias. Por ello, no dudes en preguntar y en solicitar ayuda siempre que lo necesites para poder gestionar la situación de la mejor manera posible.

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