Desarrollo Psicológico. Herencia y Ambiente.
El apoyo social brindado de manera adecuada, puede considerarse entonces, como un recurso necesario para la adaptación del sujeto a las exigencias medioambientales.
La herencia puede dividirse en dos áreas de estudio:
1) Lo que heredamos como especia
2) Lo que distingue a una persona de la otra.
Del mismo modo es posible dividir el ambiente en dos áreas:
1) Lo que todos experimentamos necesariamente
2) Lo que nos diferencia de los demás.
La herencia individual predispone a las diferencias de origen biológico que nos distinguen de los demás, debemos, pues, tener en cuenta la herencia cuando estudiamos una conducta que difiere de manera clara entre los individuos.
Las influencias ambientales de la especie son las experiencias por las cuales todos debemos pasar para desarrollarnos.
Las influencias ambientales individuales son aquellas que cambian de una persona a otra. Por ejemplo, la alimentación adopta muchas modalidades: en culturas distintas, la gente come con cuchillos y tenedores, con cucharas, con palillos, en un recipiente de madera o con los dedos.
Cuando evaluamos el desarrollo, atendiendo a lo que las personas tienen en común, casi siempre es necesario distinguir los efectos tanto de la herencia como del ambiente. Lo mismo hemos de hacer al juzgar las diferencias individuales.
Los genes organizan el material inerte dentro de los sistemas vivientes. Están constituidos por ácido desoxirribonucleico, que se compone de átomos de carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y fósforo. El ADN contiene el código genético, o programa, que regula el desarrollo y el funcionamiento del organismo. Es el qué y el cuándo del desarrollo. El ARN o ácido ribonucleico sirve de mensajero a otras partes de la célula, es el cómo del desarrollo. Sus cadenas cortas se desplazan por la célula y sirven de catalizadoras en la formación de tejido.
Gracias a la meiosis, los niños no son réplicas iguales de sus progenitores. La variación individual ocurre de diversas formas. Primero, cuando los cromosomas de los progenitores se separan al iniciarse la división celular, el material genético cruza en forma aleatoria y se intercambia entre los cromosomas, originando otros totalmente distintos. A continuación, en la etapa final de la división meiótica, la suerte determina qué cromosomas entrarán en el espermatozoide o en el óvulo. Por estas posibilidades de variación, se estima que dos progenitores podrían crear cientos de billones de niños diferentes.
Existen algunos rasgos físicos que se determinan por dominancia - recesividad simple como el color de los ojos, el color y el tipo de cabello, la pigmentación de la piel, la forma de la nariz, los hoyuelos en las mejillas, lo mismo que muchos defectos y trastornos genéticos.
La evolución designa el proceso a través del cual las especies cambian de una generación a otra, adquiriendo las características positivas y eliminando las que se han vuelto negativas o han dejado de ser útiles. Las investigaciones continúan, pero una teoría -la de la selección natural- ha logrado aceptación general, porque ofrece explicaciones verosímiles de algunas modalidades del cambio evolutivo.
La selección natural funciona así: la estructura genética de los individuos se modifica en forma más o menos aleatoria durante la meiosis. Las características que favorecen la adaptación, es decir, las que facilitan la supervivencia y la reproducción, se transmiten a la siguiente generación. Las que no la favorecen pueden ocasionar la muerte o impedir que el individuo se reproduzca; por lo tanto, no se transmiten a los hijos.
Los etólogos estudian los patrones de la conducta animal, entre éstas las que se rigen por el instinto. Para que una conducta se considere como instintiva, tiene que satisfacer tres criterios:
1) Debe observarse en todos los miembros normales de la especie.
2) Debe realizarse siempre en las mismas condiciones.
3) Todas las veces debe ocurrir esencialmente en la misma forma.
La conducta humana más que instintiva, es preprogramada, el hecho de que, en rigor, no podamos calificar de instintiva la conducta humana, no significa que no sea innata de alguna manera. Es posible que los complejos patrones de la conducta social tengan un origen genético, por lo menos en parte. Los sociobiólogos sostienen que los patrones de la conducta humana que expresan dominio, territorialidad, cuidado del hijo, apareamiento y agresión muestran un ligero matiz de cultura aprendida sobre un patrón genéticamente heredado, y por tanto, biológico.
Los investigadores especializados en la genética de la conducta adoptan un enfoque un tanto distinto. Observan las conexiones directas entre el comportamiento y las características físicas como el crecimiento, los cambios hormonales y las estructuras del cerebro. Así, los cambios hormonales asociados con la pubertad y la maduración sexual originan nuevas tendencias conductuales -entre éstas, las insinuaciones sexuales- que varían un poco entre las culturas, pero que tienen un evidente patrón subyacente.
Los estudios de gemelos ofrecen abundantes pruebas sobre la influencia genética en los diferentes temperamentos y estilos de la personalidad; pero no nos dicen cómo interactúan los genes con el ambiente. El niño contribuye a moldear su entorno, el cual a la vez limita y moldea la forma en que expresa sus sentimientos. Así, pues, su personalidad ejerce un impacto decisivo en el ambiente en el que vive.
No es posible hacer una clasificación clara de los factores ambientales. El entorno del niño en crecimiento consta de muchas situaciones y cambia con el tiempo. En el ambiente ocurren dos tipos básicos de aprendizaje que experimentamos desde que nacemos, son el condicionamiento clásico y el condicionamiento operante. Otra categoría importante es el aprendizaje por observación. El condicionamiento clásico es una fuerza poderosa en nuestra vida desde que se inicia la infancia.
Condicionamiento operante. Skinner pensaba que la conducta del sujeto "opera" sobre el ambiente y que se repite -o no- según sus consecuencias. Las consecuencias adoptan diversas formas como recibir recompensas o evitar resultados desagradables. Según el planteamiento radical de Skinner, todo lo que hacemos (y lo que no hacemos) se debe a las consecuencias. La idea de manipular las consecuencias a fin de cambiar la conducta constituye la base del método de la modificación de conducta.
Antaño, los investigadores pensaban que la conducta de los niños era casi por completo resultado de cómo se portaban con ellos los padres y los profesores. En los últimos años se ve la socialización como un proceso bidireccional, muchos estudios se concentran en la influencia recíproca entre la conducta de los progenitores y la de sus hijos. A los infantes se les socializa mediante las experiencias familiares, pero su mera presencia obliga a los miembros de la familia a aprender nuevos roles.
La socialización se da en todas las etapas de la vida, no sólo durante la niñez ni la adolescencia. Los adultos aprenden nuevos roles a fin de prepararse para los cambios de vida esperados.
Sistemas familiares. La familia ocupa el papel central en el desarrollo, sobre todo en relación con los niños de corta edad. Ejerce influencia extraordinaria sobre el tipo de persona en que se convertirán y en el lugar que ocuparán en la sociedad. El tipo de familia en la que nace el niño influye de manera decisiva en sus expectativas, en sus roles, en sus creencias y en las interrelaciones que experimentará a lo largo de la vida, lo mismo que en su desarrollo cognoscitivo, emocional, social y físico.
Además de integrar al niño a la unidad familiar; los padres interpretan para él la sociedad y su cultura. Desde edad temprana, le transmiten las tradiciones religiosas y étnicas, así como los valores morales. La transmisión de la cultura no es un proceso simple. Cuanto más diversa sea la estructura social, mayor presión se impondrá al sistema familiar.
De igual forma es importante comprender que el desarrollo durante el ciclo vital no se limita a la interacción entre los cambios históricos y los del desarrollo. Las influencias normadas por la edad son los cambios biológicos y sociales que por lo regular ocurren en edades predecibles, una combinación de herencia y factores ambientales de la especie, a esta categoría pertenecen la pubertad, la menopausia y algunos aspectos físicos del envejecimiento. También pertenecen a ella los acontecimientos sociales predecibles como entrar en el primer grado de la escuela, contraer matrimonio o jubilarse, hechos que ocurren en determinado momento.
Las influencias normadas por la historia son acontecimientos históricos, entre ellos guerras, depresión y epidemias, que afectan a grandes cantidades de individuos más o menos al mismo tiempo.
Las influencias no normadas son factores ambientales individuales que no ocurren en un momento predecible durante la vida, como por ejemplo: divorcio, desempleo, enfermedad, irse a radicar a otro lugar, pérdidas económicas o incluso, el conocer a alguien influyente.