La aceptación


La aceptación es la base del bienestar, por tanto, es imprescindible trabajarla desde un principio. El concepto de aceptación  requiere de introspección, flexibilidad, apertura de mente y estar dispuesto al cambio.

Es importante destacar que Aceptar NO es resignarse.

Aceptar es comprender que la realidad es la que es. La aceptación implica comprensión clara de la realidad.

Si niego algo, no puedo transformarlo, porque no me hago consciente. Cuando acepto, la queja la dejo a un lado. La resignación implica queja y cerrar la puerta al cambio. La aceptación requiere observación y comprensión de lo que ocurre. Lo que ocurre cuando lo acepto, no tiene por qué gustarme. Acepto independientemente de que me guste o no. Porque no tiene sentido negar lo que es, lo que existe. La realidad de este momento no la puedo negar.




El aceptar me permite ponerme en marcha, al tratar de comprender, entiendo que esto es lo que está ocurriendo en este momento.

Cuando no acepto es muy probable que mi dolor se transforme en sufrimiento.

No puedo negar la realidad porque entonces me estoy engañando.

La realidad es que las circunstancias en este momento son las que son. Yo tengo una serie de características personales, las cuales realmente son neutras, pero las categorizamos normalmente en cualidades y defectos. Con nuestras cualidades estamos conformes y con los defectos no. Pero la realidad es que yo tengo cualidades y defectos. Si niego aquello que no me gusta de mí mismo, me estanco. Si lo acepto, podré transformarlo.

Los seres humanos tendemos a creer que el universo gira alrededor de nosotros, incluso es bastante común llegar a sentirnos superiores a los demás. Si queremos alcanzar a la armonía emocional debemos de tomar consciencia de que el mundo seguirá con o sin nosotros, dejar el ego a un lado, lo que nos lleva a aceptar que hay cosas que no podemos cambiar,  ya que el no hacerlo podría generarnos  frustración o ansiedad, una sensación de miedo que se siente en las entrañas, de que algo malo está por ocurrir, es la respuesta a nivel emocional de un mensaje recibido ya sea de la imaginación o de los instintos. Mientras que el estrés es la respuesta física a un desafío real o imaginario, desencadena una cascada de fenómenos fisiológicos liderados por la adrenalina y los glucocorticoides, que tienen como objetivo sobrecargar al cuerpo para luchar o huir. Debemos de encontrar un equilibrio entre identificar aquellos peligros reales y determinar aquellos que quizá nunca sucedan para evitar que nos afecten negativamente. Cuando sufrimos una pérdida irreparable comienza en nosotros un proceso que consta de cinco fases: negación, ira, negociación, depresión y finaliza con la aceptación. Hay una frase del doctor Theodor Seuss: “no llores porque terminó, sonríe porque existió” la cual resume el resultado óptimo de este proceso. En primera instancia debemos de identificar si está en nosotros resolver alguna circunstancia que nos afecta emocionalmente, de lo contrario estaremos generando una desgastante resistencia ante algo que está más allá de nuestras posibilidades. En cambio lo que sí está en nosotros es cambiar la intencionalidad hacia una visión más positiva y productiva. También podrás encontrar una guía al respecto. En la actualidad, la gran mayoría de las personas nos hemos vuelto muy preocuponas, lo hemos hecho un estilo de vida, agravado en parte, por el exceso de información en el que nos encontramos inmersos debido a los avances en las tecnologías de la información y la comunicación. Nuestros cerebros han cambiado y se han vuelto más sensibles. Resulta útil generar la certeza, la confianza o la fe de que a un nivel superior, el universo se rige por principios justos y que tarde o temprano todo regresará al orden, que las personas de buena voluntad encontrarán dicha, que la vida proseguirá y evolucionará en armonía. Te recomendamos escribir en papel una oración que condense el problema así como la forma en que el universo o un ser superior podría resolver de forma positiva la circunstancia difícil, al hacerlo imagina que estás poniendo buenas intenciones de tu parte para hacer que eso suceda. Hacemos hincapié en que está técnica es muy útil cuando se trate de una situación que no puedas ya resolver.

¿Cómo desarrollar la aceptación a través de nuestra experiencia cotidiana?

Observo lo que hay. Me observo a mí mismo, observo a los demás, y observo las circunstancias de la realidad actual. Me permito estar en el aquí y ahora.
Elimino los juicios de valor. No juzgo, no critico, no me quejo, no etiqueto. Porque estas acciones solo me llevan al sufrimiento. Y no tiene sentido quejarme y criticar lo que es, lo que está siendo.


Deja de preguntarte "el por qué" de aquello que no te gusta. Tratar de responder a esta pregunta lo único que hace es robarnos toda nuestra energía, para finalmente no encontrar respuesta.
Pregúntate "¿PARA QUÉ yo estoy viviendo esto?" Esta pregunta te enfoca hacia la aceptación, hacia la comprensión, y me permite hacer algo al respecto, tanto si la situación se puede cambiar como si no. Esto implica realizar un aprendizaje, entender que puedo aprovecharme de la situación presente para aprender algo. Porque de toda experiencia se puede extraer un aprendizaje.
Enfócate en la acción. "Teniendo en cuenta que las circunstancias actuales son estas ¿qué puedo hacer para sentirme mejor?". Trata de ver qué puedes hacer aun aceptando lo que está ocurriendo.


Comprende que el dolor es inherente al ser humano. Somos seres emocionales. Rechazar el dolor no es humano. Si no acepto el dolor, éste se transforma en sufrimiento. Reconozco mis emociones y que hay algo que me duele. Reconociendo esto, comienzo a dar pasos que me permitan sentirme mejor a pesar del dolor.


Siente. Conéctate con tu cuerpo y con tus emociones. Reconoce el estado de tu cuerpo, reconoce tus emociones y lo que sientes. Permítete sentir. No reprimas. No pasa nada por sentir.
Sal del rol de víctima. Porque este rol te lleva a la apatía y además es una espiral sin salida y adictiva.
Trabaja tus miedos. Tener miedo es algo natural. La función del miedo es evolutiva. Pero aun teniendo miedo, actúo. El miedo no me paraliza.
Elimina de tu vocabulario (tanto al pensar, como al expresar) los términos "tendría" y "debería". Tanto los relacionados conmigo mismo, los que tienen que ver con los demás, y los que hacen referencia al mundo, a la vida, y a las circunstancias que me rodean.
El sufrimiento tiene que ver no con los pensamientos que tengo, porque es inevitable tener pensamientos, sino con el CREERSE LOS PENSAMIENTOS QUE TIENES. Puedes emplear la técnica de Defusión para tomar distancia de tus pensamientos. Podrás encontrar esta técnica en la sección de temas relacionados de esta aplicación.


Cuando no aceptamos, nos estamos dejando guiar por el miedo. Digo sí al presente, porque no puedo decir no a lo que es, a lo que existe. El presente es, así, por tanto, lo acepto, lo integro. Luego ya veré si puedo hacer algo para cambiar la situación. Pero primero tengo que aceptar lo que es, tal y como es.

Aceptación es sabiduría (realizo un aprendizaje), resignación (rol de víctima, de no puedo hacer nada) es apatía. Al aceptar no me resigno, ni me conformo, sino que comprendo.

Pregúntate qué no estás aceptando en este momento.

La aceptación es incondicional.

Ejercicio de aceptación

Comienza por practicar la aceptación cada día en los pequeños hechos cotidianos:

Aceptación de olores, sonidos, ambiente físico.
Aceptación de emociones, precedido por reconocimiento y entendimiento de cómo se encuentra mi cuerpo. Es importante reconocer el estado físico y conectar con el cuerpo.
Aceptación de pensamientos y sentimientos negativos. No te juzgues cuando tengas un pensamiento negativo o una emoción dolorosa. Simplemente, cuando te des cuenta de que estás teniendo un pensamiento negativo, deja que pase, y enfócate en otros pensamientos alternativos. Y en cuanto a las emociones dolorosas, permítete sentirlas, y pregúntate: "¿qué puedo hacer para sentirme mejor aun teniendo esta emoción tan dolorosa?"
Lo que está ocurriendo en este momento, va a ocurrir de todas formas, independientemente de que me guste o no. Pero si acepto que esto es así, no sufro. Si no lo acepto sí. Y lo cierto es que está ocurriendo de todas formas. Así que negarlo y no aceptarlo no me aporta nada más que sufrimiento.


Aprende de tus emociones y úsalas para crear los resultados que deseas, para lograr una mayor calidad de vida.

Finalmente recordemos el proverbio budista: A lo que te resistes persiste, lo que aceptas te transforma.

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