MIndfulness

El Mindfulness es el uso de técnicas y conceptos extraídos del budismo aplicados en un entorno científico por lo que se elimina el componente místico y espiritual que usualmente conllevan estás prácticas cuando se realizan de forma empírica. La idea básica es que al aprender a estar plenamente en el momento presente, en el aquí y el ahora, suprimimos la actividad en las áreas del cerebro que generan ideas y sentimientos que producen insatisfacción, ansiedad y estrés. Por tanto nuestra mente utiliza mejor sus recursos, se concentra más y se vuelve más sana, creativa y productiva. El proceso involucra diversas técnicas basadas en el budismo y complementadas con actividades que fomentan la neuroplasticidad del cerebro. Generalmente se establece un programa de 8 sesiones semanales al término de las cuales el individuo notará una significativa mejora en aquellos aspectos en los que se buscaba el beneficio terapéutico del mindfulness. Algunas ventajas de practicar mindfulness son: Reducción de estrés y ansiedad. Óptimo manejo y resolución de problemas. 




Aumento en la concentración y desempeño. Desarrollo de la inteligencia emocional y límbica. Mejora en las relaciones interpersonales al poder controlar adecuadamente los sentimientos y prejuicios. Eliminación de pensamientos y conductas negativas. Entre otros. ¿Cómo practicar mindfulness? Todo inicia a partir de una correcta respiración, la cual es considerada como el acceso al momento presente. Para aprender la respiración abdominal, es útil acostarse boca arriba cómodamente, y más adelante la podremos practicar sentados, de pie, caminando… según practiques la podrás incorporar a tu vida cotidiana. Procura, para empezar, estar realmente cómodo, así que túmbate colocando un cojín bajo tu cabeza y tus rodillas. Posa tus manos en el abdomen. Antes de empezar expulsa a fondo el aire de tus pulmones varias veces, si quieres haciendo algunos suspiros, con el fin de vaciarlos bien de aire residual, lo cual automáticamente provocará la necesidad de inspirar más profundamente. Una vez provocado este impulso de respiración profunda, inspira llevando el aire “hacia tu abdomen” como si quisieras empujar hacia arriba las manos posadas en él. Mientras más extiendas el diafragma y más profundo respires, más se “hinchará” tu vientre. Retén unos instantes el aire en tus pulmones Cuando sientas la necesidad de expulsar el aire, hazlo relajando tu vientre (este se “desinflará” y las manos bajarán con él). Y al final de la exhalación empuja voluntariamente el diafragma hacia los pulmones para expulsar todo el aire. Quédate un instante con los pulmones vacíos, sintiendo cómo te vas relajando, y en cuanto sientas nuevamente el impulso de inspirar, hazlo profunda y lentamente volviendo a llenar tus pulmones mientras tu abdomen sube. Es importante destacar que al momento de practicar la respiración concentremos nuestra atención en todas las sensaciones que esta actividad nos produce. La idea básica es llevar esta actitud, similar a la que tendría un bebé al explorar el mundo, a todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, poner más atención en lo que perciben nuestros sentidos, sin juzgar lo que acontece. Una vez que hayamos comprendido la esencia de esta práctica, la podremos llevar a nuestros pensamientos, hacer que nuestra recién adquirida habilidad mindfulness observe lo que hace la mente, identifique qué desencadena pensamientos negativos o poco productivos, para de esta forma generar un cambio, primero a nivel consciente para que con la práctica y repetición pase a ser un poderoso mecanismo inconsciente.

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